¿Por qué somos como somos?
Esta es la pregunta que debería responder la Historia. El problema no es
la Historia, es que el chileno no se hace la pregunta.
Harto aprendería y se beneficiaría el chileno si dejase lo
obtuso de su pensamiento. En el mundo globalizado en necesario renovar las fuerzas
para mantener una identidad nacional, y
en el caso del chileno pareciera que esta empecinado por desaparecer como realidad
histórica.
Incluso aquellos que enarbolan la bandera del nacionalismo
optan por hacer una militancia por un hispanismo que no nos diferenciaría de
cualquier otro pueblo de Hispanoamérica, si es que no de España misma. Yo
insisto en lo mismo de siempre: del español sacamos el orden y del mapuche la
esencia. En el chileno hay características que no son típicas de un pueblo mediterráneo
y que si lo son en el mapuche. El mapuche al igual que el chileno, es un pueblo
lacónico, admirador del orador preciso y certero. No aprecia al orador histriónico y del
discurso adornado, a esto él es escéptico y lo desprecia por impreciso. ¿Cuantos
presidentes de características populistas ha tenido Chile? En comparación con nuestros vecinos los
discursos demagógicos no inflan los pechos chilenos, somos escépticos respectos
a las promesas y utopías de los políticos, siempre lo hemos sido. Somos
austeros y prácticos, no carecemos de arte, pero suele ser un arte utilitario
¿conocen los muebles mapuches? no se trataban más que troncos algo labrados,
tejidos sencillos pero abrigadores. El arte mapuche tiene su propia estética
ruda y áspera como las montañas. Aprendamos esto: el mapuche vive desde la
naturaleza ¿que más necesita? Como el mapuche, el chileno es poeta antes que arquitecto o escultor. El mayor
arte para el mapuche es con el que se argamasa la sociedad: el lenguaje. Esto es observado
por los cronistas. ¿No fue Galvarino el
primer artista mapuche mencionado y celebrado por un español? Fue su maestría con la palabra con que logro
convencer a sus compañeros de atacar a los españoles, con lo que ahora es la
proverbial “arenga de Galvarino”.
Ya son 100 años desde que
Francisco Encina y Nicolás Palacios, ambos nacionalistas anotaban
nuestras cualidades y defectos que hace 100 años nos caracterizaba (y aún sigue asiéndolo). Ninguno
de ellos creía que se podía negar la influencia mapuche. Ahí estaba, ella incidía en nuestro actuar.
Las tendencias y las modas han sido el peor de los males en
lo que respecta al buen gusto en el arte chileno, y justamente porque nos
aventuramos en esferas que nos son propias, ¡ conocemos tan poco! ¿Qué más discordante que los palacetes
neoclásicos construido al lado de los
barriales santiaguinos durante los tiempos de bonanza del salitre? En un
momento quisieron hacer del Mapocho un rio navegable. ¿Desconocemos que es el “ridículo”?
El ridículo no es más que los intentos de
desnaturalizar, y es eso que caracterizan a nuestros oligarcas, no
entienden la naturaleza de la Nación como tampoco la Geografía. Jamás será el Mapocho un Rin
como tampoco seremos los “ingleses de Sudamérica”. El chileno paso por tres
típicas viviendas: 1- la ruka mapuche 2- la barraca donde nacieron los mestizos
de la soldadesca 3- las casas de adobe del campo chileno. Eso seria, no hay más. Es imposible
construir monumentos en Chile. Cualquier
cosa que podamos construir se verá
reducido a lo microscópico si las comparamos con la cordillera o con el océano. ¡Pues bien de que se sorprenden que los
mapuches no tengan edificaciones cuando la naturaleza les proporciono todo lo
que necesitaban y ellos estaban atentos a las maravillas de la Tierra!
¿Alguien ignora que el conocimiento histórico se ha dejado
como ciencia de tercer nivel ante el
pragmatismo de la sociedad chilena?, el credo de la sociedad chilena actual
dice: “si no te da plata no es útil y si no es útil no tiene motivo de ser”. Así nuestra Historia, lo que tuvo que ser la base
de nuestra identidad ha sido relegada, ha terminado por ser considerado como un peso que debe soportar
los alumnos, un mal innecesario, una cuestión retrograda para al final ser desechada para
siempre cuando los jóvenes pasen al
“mercado laboral”. Podemos decir que
esto es raro? ¿nos debería impresionar la apatía de los jóvenes con su
identidad e historia nacional cuando la
enseñanza de la historia se centra, no en ellos, si no en Europa y no da
explicaciones al origen de la Nación chilena? ¿Miento, me engaño? pues
revisemos cuanto se habla de Roma y Grecia, en la mal llamada “historia
universal”, y cuanto se omite de los mapuches, de los picunches, la raza de las
primeras madres chilenas. Que vinculo puede tener el chileno con la
historia si esta no incluye una etnogenesis (“origen, nacimiento de la nación”)
¿Nos maravillamos con los mapuche? ¿pero no con el chileno que debería ser considerado descendiente de
ellos, por lo menos, por la mitad de su sangre? ¿De donde creen que viene los
morenos, a los que por cariño tratamos
de “negro” e “indio”? a estos, que son mayoría, les negamos tener historia. Ni
tampoco merece asombro que haya mapuche que no se consideren chileno si omitimos en la enseñanza los nexos de donde nacemos. Ahora propiciamos
la “nación multicultural”, o sea lo que nos es propio o ajeno importa lo
mismo: las culturas reducidas al mínimo, al
producto exportable de una sociedad sin tradiciones, sin historia, sin
lealtad hacia sí misma.
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